jueves, 6 de agosto de 2020

Digo de vos

Entrevistaste a Charly en varias ocasiones. ¿Qué recuerdos tenés de aquellas míticas entrevistas para la revista Pelo?
Siempre tuve muy buena química con Charly en las entrevistas, quizás porque ambos fuimos siempre muy respetuosos del otro. Para mí, Charly siempre fue una estrella y yo era simplemente el intermediario entre él y la gente a la hora de entrevistarlo. Tuve la suerte de hacer muchas notas con él: en su departamento de Coronel Díaz, en la redacción de Pelo, en bares, en camarines de recitales, en la oficina de su representante. Entrevistar a Charly en aquellos años la verdad es que era atractivo porque la misma lucidez y chispa que mostraba al escribir sus letras la tenía también en las respuestas, con un fino manejo del sarcasmo y la ironía. Charly te daba títulos, que debe ser una de las cosas que más valora cualquier entrevistador. No solo eran muy claras y contundentes sus respuestas, sino que además tenían gracia e incluían frases inolvidables, de esas que a los periodistas nos encantan porque de solo escucharlas ya vemos que tenemos un gran título para la nota. Además, siempre mostró, al menos conmigo, una enorme lucidez en las respuestas. El tipo la tuvo siempre muy clara, más allá de que en algunos medios lo quisieran mostrar como un loquito. Me acuerdo que una vez se había armado un gran escándalo en un show en Catamarca por unos tarados que le tiraban cosas y lo bardeaban. Bastó que Charly reaccionara contra eso para que se armara un escándalo nacional. En Pelo ya estaba cerrada la nueva edición, pero por el revuelo que se armó se decidió levantar otra nota e incluir una con Charly contando su versión de lo que había pasado. Me acuerdo que lo llamé directamente al teléfono de su departamento de Coronel Díaz (en esa época no existían los jefes de prensa, las agencias de prensa ni intermediarios de ese tipo) y le expliqué el sentido de la nota y que necesitaba sí o sí hacerla de inmediato, porque nos corría el cierre de la revista. Charly estaba medio cansado y no le entusiasmaba mucho seguir con el tema del escándalo, pero aceptó hacer la nota y me dijo: “Hagamos una cosa. Venite a tomar la merienda a casa y hacemos la nota. ¿Te gustan las masitas secas?”. Le dije que sí y cerró: “Ok, mientras vos te venís para casa, yo bajo a comprar unas masitas entonces”. Y así fue. Hicimos la nota merendando té con masitas como dos señoras viejas. Creo que esa actitud de Charly demuestra claramente que el tipo no estaba loco ni era un inadaptado social como querían mostrarlo algunos en los 80. Un pirado no te invita a tomar la merienda y se preocupa en ir a comprar masitas para recibirte bien en su casa…
Osvaldo Marzullo

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Algún día vas a ver al cretino gritar