viernes, 21 de septiembre de 2018

Solo quiero ser un enfermero.

Ese 23 de noviembre de 1991, partimos en la tradicional combi blanca de Sergio, junto a una larga caravana de autos. Nuestro inigualable chofer acostumbraba oficiar de disc jockey ambulante con el pasacasetes. Tenía la delicadeza de poner “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi después de los shows, guardándose los de Blind Faith o Led Zeppelin para otras ocasiones. Charly practicaba lo que él mismo llamaba “Car Surfing”, subiendo al techo en pleno movimiento.
—Unos hacen windsurfing y otros surf. Yo hago car surfing. Dicen que los Enfermeros no son adeptos al deporte. ¡Nada más lejano a la realidad! Ludovica Squirru se sumó a la manera de compañía célebre y luminosa, deleitándonos con ocurrencias rumbo al Teatro Ateneo del partido de San Martín. —Esta camioneta tiene buen prana —fue su slogan inicial, ni bien traspasar la puerta blanca corrediza y ocupar uno de los asientos de la ventanilla. Escucharla era un placer. Contó algunos pormenores de su viaje iniciático a China, tres años atrás, entregada al Tao en soledad, atravesando Europa hasta el único gran estado que, como tal, ha durado desde la antigüedad hasta nuestros días. Y de sus tiempos como actriz y guionista televisiva junto a Tato Bores. En el concierto, habíamos incluido temas nunca tocados previamente, o no tocados desde hacía mucho tiempo, como “Peluca telefónica”, el instrumental “Pubis angelical”, “Mister Jones”, “Canción de 2x3” o “Inconsciente colectivo”. —Cuando me dejaron salir de la clínica, primero me escondí detrás de los vidrios polarizados del auto, luego comencé a bajar la ventanilla de a poquito, para sentir la onda de la calle, ver las chicas, y dejar atrás el ensimismamiento — decía García desde el asiento del fondo de la camioneta, más serio que de costumbre. Con su internación, había quedado una sensación de “caza de brujas”. A Maradona le habían hecho algo similar, y nadie que atesore fama estaba exento de sufrir algo así. Una enorme cantidad de gente viajó desde la Capital, para presenciar su emotivo regreso con gloria a los escenarios, que derramó lágrimas de melancolía. —¡Están locos, pero gracias!—dijo el Artista al despedirse. Una semana después se repitió el rito, esta vez en dos funciones en el Teatro Bristol de Martínez, sobre la Avenida Santa Fe al 1800. Estrenamos una suerte de popurrí con “El fantasma de Canterville”, “Boletos, pases y abonos” y “Bubulina”, de La Máquina de Hacer Pájaros.
“Que es un long play”. Fernando Samalea. Edit. Sudamericana

viernes, 14 de septiembre de 2018

Solo un poquito no mas

“Mi vieja tenia unas primas que eran mas jóvenes que ellas. Como eran solamente un poco mayores que yo, yo les decía “mis primas”. Te estoy hablando de los 70’s. A principio de los 80’s dos de ellas, Laura y Maricel vivieron el renacer del rock argentino que llegó después de la dictadura. Mis primas trabajaban para Charly Garcia. La primera vez que escuche un disco de Charly, en realidad yo estaba escuchando el disco del jefe de mis primas. Yo tendría 10, 12 años. En realidad no era un disco, era un TDK que me había regalado Maricel en la Navidad del 82’. Habia canciones de las 3 bandas que había liderado Charly hasta entonces y unas poquísimas canciones de su primer disco solista, que todavia no había aparecido.
“Esta es la música que hace Carlitos”- me dijo Laura. Mis primas le decían “Carlitos” y hablaban de él como cualquier persona normal habla de un jefe indomable. Me contaban que era insoportable, que se olvidaba todo, que ellas a veces tenían que pagar sueldos, limpiar habitaciones, despertarlo para un recital. Pero al mismo tiempo eran fanáticas de esa música y de ese tiempo histórico del que a mi me contaban unos pedacitos. Mis primas padecían al jefe, se agobiaban con el hombre, pero adoraban al músico.
Ese casette TDK, lleno de canciones de Charly, me dinamitó la cabeza a los 12 años. Fui devorador de esa música como casi cualquier adolescente argentino de ese tiempo. Lo único diferente fue la existencia de mis primas, que una vez al mes me ponían al corriente de datos escritos que solamente conocía el entorno. Que “Charly se burlaba de Pedro Aznar porque tomaba leche”, que “con Spinetta había una guerra de egos”, que “casi siempre estaba peleado con su madre y con su hermana”. Esa clase de pelotudeces me contaban.
Cuando ya era mas grandecito y mis viejos me dejaban ir solo a Buenos Aires, mis primas me conseguían entradas para conciertos. Ahí las pude ver en acción. Ellas estaban siempre del otro lado de las vallas, con los músicos, con carpetas, con los cables, con auriculares. Nunca supe exactamente que eran ni que hacían, pero en el circulo musical de entonces todo el mundo las llamaban “Las Lopez”.
Una tarde llegue a casa de mis primas y había una señora tomando mate con ellas. “es Carmen”, me dijo Maricel, la mama de Carlitos. Y ahí estaba la madre de Charly, hablando pestes de su hijo mientras mis primas la consolaban. Yo no recuerdo en que año fue esto, pero no fue mucho antes de que Maricel se enfermara muy gravemente.
Una tarde Laura me llamó por teléfono y me dijo que su hermana Maricel tenia una enfermedad gravísima y que solamente podía salvarla una operación en Norteamérica. estaban empezando a juntar plata y necesitaban manos amigas. Fui a su casa, estaba llena de gente. Charly y muchos otros músicos habían organizado un recital en Palladium. Toda la recaudación iría para la operación de Maricel. No cobraba nadie. Ni los músicos, ni los sonidistas, ni el alquiler de la sala. Nadie. Nosotros estábamos ahí para llevar las gacetillas a las radios. Por supuesto también estuvimos ahí el 7 de julio del 89’ para disfrutar de uno de los conciertos mas íntimos de finales de la década.
La recaudación alcanzó para el viaje y la operación de Maricel. Mi prima voló a Houston dos meses mas tarde, ya cuando se le acababa el tiempo. Esa operación le dió algunos años de sobrevida”.
Hernan Casciari
“Perros de la Calle”. Radio Metro.

Saben los que te conocen...

Esta me la contó Maria Eva Albistur. Habían ido a Texas a encontrarse con Pete Townshend pero terminó todo medio en la nada. María Eva lo acompañó y fueron a Houston a embarcar en el vuelo de regreso y a Charly no lo dejaban porque se ve que estaba muy pasado. El paramédico, para comprobar su estado le dice, “A ver, que día es hoy?”. Y Charly no tenía idea, no sabia ni que fecha era. Y el paramédico insistía. Y Charly le dice: “yo no sé que día es hoy , pero ¿vos sabés como se llama el guitarrista de los Who?”
Fernando Kabusacki
“100 veces Charly”. José Bellas / Fernando Garcia. Ediciones B

En que perdiste tanto tiempo?

“Una semana después de las presentaciones de la Negra, Seru Giran anuncia su despedida con un show en Obras. Se me ocurrió que, siendo el ultimo show de Seru, no podíamos dejar de grabarlo. Cuando le propuse la idea a Daniel Grinbank, se puso blanco. “Cómo no se me ocurrió”, dijo. Inmediatamente nos pusimos en marcha, quedaban muy pocos días para organizar la grabación.
De ese show salió el disco No llores por mi, Argentina, que también fue uno de los mas vendidos ese año, aunque para mi gusto se retocó demasiado en estudio, al punto de que lo único que quedó de la grabación original es la batería y el público.
Ese es un riesgo que muchas veces se corre ante la posibilidad de retocar las grabaciones; como todo esta preparado uno dice bueno, cambiemos esa guitarra, cambiemos esta voz, cambiemos el teclado. Al final se termina desvirtuando el sonido , empiezan a incorporarse registros que tienen otra calidad, otra limpieza, muy diferentes de lo que es el original en vivo, con lo cual ya no pega con lo que está grabado. Entonces al final se termina reemplazando todo, que fue lo que sucedió ahí. De todas maneras el disco fue un éxito impresionante y generó toda una moda de grabaciones en vivo”.
Gustavo Gauvry
“Del Cielito. el sello del rock”. Candelaria Kristof.

Algún día vas a ver al cretino gritar