miércoles, 6 de junio de 2018

La linea blanca se termino

“Estábamos en el Intercontinental de Río en el Festival de Jazz —explica Zoca—. En el comedor, Jaco se acercaba a nosotros y nos decía algo así como ‘esa ensalada está muy buena’. Después venía, nos mostraba otra cosa y nos decía,‘tienen que comer eso, está bárbaro’. Cada tanto molestaba con algo. Charly ya estaba harto, pero él es muy respetuoso: para pelearse con alguien, tiene que tocarle algo muy fuerte. En un momento, Charly le paró el carro y le dijo ‘está bien, ya vamos a comer la ensalada, basta’. Yo lo vi tan sacado a Jaco… Estábamos en la pileta, nos sacábamos fotos y Jaco nos venía a decir que no sacáramos fotos, porque él era indio, y las fotos nos robaban el alma. Era muy raro”.
En realidad, Jaco le codiciaba la mujer a Charly, que comprendía la situación, pero le daba no se qué frenarlo, no tanto porque el otro fuera un músico talentoso y famoso como él. O tal vez sí: porque Jaco, con su manera de ser, había fascinado a Charly. “Hola, soy Jaco Pastorius, el bajista más grande del mundo”, fueron las palabras que eligió como presentación, desde el comienzo y hasta el final de su carrera. Se encargó de hacérselo saber a García durante su estadía en Río de Janeiro.
Una noche Charly y Zoca escucharon golpes en la puerta de su habitación. Se despertaron y no vieron nada por la mirilla. Cuando abrieron comprobaron que en el pasillo no había nadie, pero encontraron algo extraño: dos líneas blancas, larguísimas, hacían un curioso recorrido que iba desde la puerta de su habitación hasta la otra punta del hotel. “Seguimos el rastro, cual Hansel y Gretel, y llegamos a la habitación de Jaco hechos Pablo Mármol y Pedro Picapiedra. Le golpeamos la puerta, y cuando nos abrió le dijimos a coro: ‘Jaco, sos el más grande del mundo’”.
“No digas nada”. Sergio Marchi. Edit. Sudamericana

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Algún día vas a ver al cretino gritar