viernes, 24 de agosto de 2018

Yo nací para mirar...

Por esos tiempos los Rolling anunciaban su regreso después de varios años. Steel Wheels era el disco que los juntaba una vez mas, desterrando la idea de la separación. Fue entonces que el diario Clarin le ofreció a Charly ir a cubrir la gira, que empezaba en Filadelfia , Estados Unidos. Como Charly nunca quiere viajar solo, volvió a pedirme que lo acompañara. No dudé ni un segundo. Otra vez a Nueva York con todo pago y a ver a los Rolling Stones por primera vez. Que regalito!
Nos alojamos en el mismo hotel de siempre. Al otro día teníamos que tomar el tren que sale dela Madison Square Garden para viajar a Filadelfia; pero pasó lo que muchas veces pasaba en esos viajes con él; cuando llegó la hora de salir para el recital, Charly estaba durmiendo y no hubo manera de hacerlo arrancar. Así que tuve que ir solo. Viajé un par de horas y llegué solo con la dirección del hotel donde tenia que acreditarme.
Después de comer volví a la estación para esperar a Charly. No estaba seguro de que llegara pero al final apareció con Maria Mera Figueroa, una de sus amigas que vivía en Manhatthan.
Con la adrenalina a full, fuimos al estadio. La escenografía era impactante, la gente estaba como loca y yo no podía creer todo lo que veía. Charly - que no es como el resto de los mortales - estaba tranquilo, en otro plano, mirando todo con atención. Era raro verlo como audiencia, sin ser el centro del mundo. Estábamos bien ubicados, en un lateral.
Cuando aparecieron los Rolling no entendíamos nada. La gente estalló. Jagger se comía el escenario y Richards riffeaba tal cual; pero, al quinto tema se cortó la luz del escenario y se suspendió el show por un rato. Según Bernard Fowler, si corista y a quien conocí años después fue la única vez que pasó algo así en un recital de los Stones.
A los quince minutos volvieron y la rompieron hasta el final. Al otro día nos llamaron de Clarín: Charly les contó algo y me pasó el teléfono . Las dos columnas salieron publicadas en el Suplemento Si! del día siguiente.
“I’m Zorry”. Fabian Von Quintiero. Edit. planeta

martes, 21 de agosto de 2018

Bienvenidos a la ruta perdedora

“Una vez que Color Humano se separó, mi amigo Juan Carlos Blardone me invitó a algunos shows con el objetivo de que estuviese activo y no me perdiera del mapa, como para que no me sintiera tan fuera de la cosa. Fue así como terminé como plomo de La Maquina de Hacer Pájaros, el grupo de Charly García, a quien yo conocía de Sui Generis. Es más, recuerdo que la primera vez que él tomó merca fue entre la primera y la segunda función de Adiós Sui Generis, y no diré quién lo habilitó porque si bien ya no vive, me parece que es una carga muy pesada aún para un muerto.
Hice pocos shows con ellos, pero los que vi fueron demoledores, tremendos. Todos tocaban muy bien. El único quilombo grande que tuve en mi vida con los milicos en la Argentina fue en un show de La Maquina de Hacer Pájaros en Tucumán, que en esa época era territorio militar. Nos pararon en un retén y nos hicieron bajar todos los equipos, revisaron absolutamente todo, y mientras lo hacían nos hicieron acostar boca abajo con las manos en la nuca. No sé si buscaban drogas o armas, pero no encontraron nada. Teniamos un paquete de faso importante, casi del tamaño de un ladrillo en la luneta de la camioneta: estaba tan a la vista que no lo vieron.”
Peter Deantoni
“Pappo. Made un USA. En la ruta del delirio”. Peter Deantoni. Edit Planeta

sábado, 11 de agosto de 2018

Yo forme parte de un ejercito loco

Un mes antes de los conciertos del Luna Park, Sui Generis tocó en Montevideo. Pese a que la censura los había obligado a dejar de lado en su último disco de estudio los temas “Juan Represión” y “Botas locas”, este último seguía figurando en la lista de temas de los recitales. En Uruguay la dictadura militar no dejaba resquicio por donde pudiera colarse un poco de libertad, y el show de Sui Generis fue seguido con especial atención por la policía (para “garantizar el orden”) y los servicios de inteligencia. “Botas locas” fue la señal que esperaban para arrestarlos. Escucharon la letra, vieron la repercusión que despertó y procedieron.
Rinaldo Raffanelli no se lo olvida más. “Fueron presos hasta los equipos. Después nos hicieron declarar a todos por separado. El primero en ir fue Charly, que cuando volvió nos hizo señas de que dijéramos que no sabíamos las letras. Va Juan Rodríguez y cuando le preguntan por la letra de los militares dice que es el baterista y no canta. Yo hago lo mismo, digo que toco el bajo, y Nito dice que toca la flauta. Después nos soltaron a todos. Cuando estuvimos lejos le preguntamos a Charly qué era lo que había hecho. El Flaco les cambió toda la letra de ‘Botas locas’ y les hizo creer que era un tema nacionalista. En vez de ‘si ellos son la patria, yo soy extranjero’ les dijo ‘si ellos son la patria, yo me juego entero’. Fue increíble, lo hizo todo en el momento y sin consultarnos. La sangre de pato de García nos salvó la vida”.
Rinaldo Rafanelli
“No digas nada. Una vida de Charly Garcia”. Sergio Marchi. Edit. Sudamericana

viernes, 3 de agosto de 2018

Si

“Los cuarenta los cumplí en lo de León Gieco, que me hizo una fiesta increíble”. “Él quiso que fuera en casa - revela Alicia, mujer de León -, Zoca le dijo que había una quinta, otro lugar y lo de León. Y él quiso venir a casa. Y fue con Zoca que el día anterior organizamos todo. Apenas llega - cuenta León - se toma un vaso de vino blanco gigante. Yo le dije: “Charly, hermano, acabás de salir de la clínica”. “Está todo bien León, esto sí lo puedo tomar, me dieron permiso”. Lo primero que hizo fue tocar el piano con los Beatles que estaban de fondo.No sabés los arreglos: los Beatles, pero más lindos todavia. estaban todos: Fito, Fabiana Cantilo, los músicos de Charly, su familia, Ludovica Squirru que le regaló una torta con un gato de metal, y muchos otros”. Sigue León: “Charly se fue en un auto a las seis de la mañana con Zoca, Anibal Forcada y Facundo Ramirez, hijo de Ariel Ramirez, que tiene oído absoluto como Charly. García se llevó una botella de whisky que estaba por la mitad. La tocó para ver en que tono estaba, y Facundo le dijo que estaba en Si. “Andá, pelotudo - le dijo Charly - estás loco: esto es un Si bemol”. Discutieron y se fueron a lo de Charly para ver qué nota era. Antes de bajar, se dió cuenta de que se había equivocado y que iba a perder la discusión, y sin que Facundo se diera cuenta, cuando bajó del auto tiró un poco de whisky para que bajara el tono de la botella”
“León Gieco. Crónica de un sueño”. Oscar Finkelstein / León Gieco

Algún día vas a ver al cretino gritar