miércoles, 28 de noviembre de 2018

Intuición

“La grabación de “Solo le pido a Dios” fue algo impresionante. En realidad, no la pensaba grabar, no la tenia muy en cuenta porque era una canción que tenia todas las estrofas iguales. Pero un día, cuando ya estábamos mezclando el IV LP llega al estudio ION Dino Saluzzi , uno de los músicos con los que Gustavo Santaolalla me dijo que tenia que tocar cuando lo vi en Los Ángeles de la escala de regreso de Europa.
Empezamos a hacerla y después la trabajamos por partes hasta completar unas cinco tomas distintas. Pero el técnico Amilcar Gilabert había grabado la primera pasada, tocada en vivo, para tenerla como referencia. Como no sabíamos cual de los bandoneones incluir , volvimos a escuchar la primer versión, la de referencia. Justo en ese momento, como a las dos de la mañana, Charly, que estaba deambulando por Buenos Aires, entra al estudio y se queda impresionado con el tema y dice que hay que dejarlo así, que es perfecto. La pusimos al final del disco, hasta que Oscar López la escuchó y decidió ponerla como primer tema porque, según él, era el mejor de todos. Enseguida pasó de ser una canción más, medio monótona, a una especie de himno nacional”.
“Leon Gieco. Cronica de un sueño”. Oscar Finkelstein / Leon Gieco. Edit. Planeta

Escucho el beat de un tambor

Fueron exactamente diez días de grabación en Buenos Aires. Llegamos con unas maquetas que había hecho Charly en su casa y empezamos a trabajar sobre los temas que estaban bastante claros, en general. Nos conseguimos una evolución de la famosa Drumulator que era la SP12, la misma marca pero un modelo más moderno. También conseguimos unos samples mágicos de batería, que son los que se escuchan en casi todo el disco, y que no me acuerdo de dónde salieron. El dueño del estudio dijo un día: “Pasó Ricardo y te dejó esto”. Y yo pregunté: “qué Ricardo?”. “No sé, un muchacho que dijo que no sabia si te ibas a acordar, pero que te dejaba esto”. Pero igual miré. Eran diskettes. Puse el primero y no podíamos creer el sonido que salia de ahí adentro. Fue magia”
“Rec & Roll. Una vida grabando el rock nacional”. Mario Breuer. Edit. Aguilar

No importa si te queres ir

“A mi me pasó algo parecido al grabado de M. C. Escher cuando salía de la casa de Charly después de dos días seguidos de estar componiendo. Los ascensores no andaban y bajé por las escaleras. Pero el portero estaba durmiendo (en horario de trabajo) y nadie salía ni entraba al edificio. Volví al 7° piso para pedirle las llaves a mi compadre y al regresar a la planta baja me dí cuenta de que si salía del edificio, Charly se quedaba sin llaves. Nuevamente siete pisos por escalera ascendente y después de varios intentos de buscar una solución al problema, coincidimos en atar el llavero a un hilo para que él pudiera rencontrarse con su “open doors”. Pero existía la complicación emergente de que las llaves estarían colgando fuera del edificio y yo tenía que esperar que alguien pasara por la vereda y gritarle que me abriera la puerta. No era tan difícil. Cuando logramos encontrar un carrete de hilo de 7 pisos de altura, atamos el llavero y emprendí el nuevo descenso. En realidad no fue necesario, porque al salir del departamento, me dí cuenta de que el ascensor funcionaba y al bajar, la puerta de entrada estaba abierta porque el encargado se encontraba baldeando la vereda”.
Pipo Cipolatti
“Pipo Cipolatti. Lo que nunca se dijo”. Edit. Distal

Un chico conectado con la ciencia

Carmen Moreno comenzó a trabajar fuerte en radio, como productora de “Folklorísimo”, un programa muy exitoso en donde distintas estrellas de la canción telúrica se convirtieron en invitados estables. Carmen les habló a todos de su hijo, y no exageraba cuando decía que era un Mozart de nuestros tiempos. Eso lo comprobó Mercedes Sosa, un día en la casa de los García Moreno, al escuchar tocar a Carlitos y comentarle por lo bajo a Ariel Ramírez: “Este chico es como Chopin”.
Otro de los que se sorprendieron fue Eduardo Falú, quien descubrió que lo de Carlitos iba más allá de un talento natural para la música. Una noche, en un show producido por Carmen, se puso a ejecutar la guitarra para probar sonido. A poco de tocar se escucha una vocecita:
—El maestro tiene una cuerda desafinada —le dice Carlitos a su madre, que no pudo evitar que Falú escuchara.
—A ver ¿qué es lo que dice el chango? —se acerca Falú, divertido.
—Nada, Eduardo. Le pareció que había una cuerda desafinada —intentó zafar Carmen.
—¿Ah sí? ¿Cuál es? —insiste Falú.
—Ésta —le responde Charly señalando la quinta cuerda.
El maestro hace vibrar el La y comprueba que, efectivamente, está desafinada. Así todos descubren que Carlitos tenía oído absoluto, una capacidad con la que nace solamente una persona entre cada millón.
“No digas nada”. Sergio Marchi. Edit. Sudamericana

Algún día vas a ver al cretino gritar