viernes, 30 de marzo de 2018

Pelicula sordomuda

“Yo me acuerdo una pequeña anécdota de una de las canciones de “Random” que terminamos grabándolas en el departamento. Quedaban 3 o 4 teclados para grabar, entonces, él graba con Ipads, en ipads sale todo del mismo cable, y a la vez estaba viendo una película. Mientras estábamos grabando, él tenia puesta una película puesta en el ipad . Entonces de golpe le digo, bueno, vamos a grabar algunas teclas. - Dale! -, me dice. La película no la sacó, entonces cuando tocaba el teclado, sonaban los diálogos de la película mas la música, que a veces chocaba armónicamente con lo que él estaba tocando, la música incidental que sonaba en la película.
Las primera vez le digo, - Charly, querés agarrar y apagar la película?- No, dejala! - me decía. Bueh, esta bien. Grabamos el primer teclado y se escuchaban los videos y la voz. Grabamos el segundo y seguía habiendo los diálogos. Y el tercero le digo - queres grabar alguno sin la película? - Directamente me mira y me dice - No loco, si no te arriesgas no tiene gracia - .
Ahí lo entendí. Cuando ya estábamos en las ultimas del disco. Y de hecho quedó. El tema se llama “Amigos de dios” y por ahí nadie se va a dar cuenta pero esos diálogos y esas cosas están seguramente metidos ahí adentro. O sea, quedan como subliminales. Pero, es así como piensa. Ahí, lo tiene que entender uno. Lo tiene que entender y acoplarse.”
Nelson Pombal
“Distinto Tiempo”. Radio Nacional. 26/1/18

sábado, 24 de marzo de 2018

Nunca pensé encontrarme con el diablo!

“Lo de Punta del Este fue todo un delirio —resume Zoca, quien llegó a la ciudad balnearia alarmada por la situación—. Charly me llamó para que viniera. Tenía un departamento en José Ignacio, estaba con Miguel, su hijo, y no andaba del todo bien. Se cortó la pierna con una ventana y hubo que llamar a un médico. Fue al hospital, le hicieron una curación y salió caminando. Pero después Charly dijo que le habían dado morfina. No sé de dónde lo sacó”.
El que quiso llevárselo de Uruguay fue el pastor Carlos Novelli. Pero García no quería ir a su granja de rehabilitación en la localidad de Diego Gaynor. Charly no tenía la menor intención de iniciar tratamiento alguno; sólo pretendía que lo dejaran tranquilo. Cuando las papas quemaron accedió a ir a “Gloria Gaynor”, tal su bautismo del establecimiento, para escaparse de Uruguay y la prensa. Lo que siguió después fue un bochorno: Novelli fletó un micro especial para llevar a los periodistas a la granja, a visitar a la nueva atracción del lugar. Charly, que se resistía a convertirse en punto de interés turístico, se las tomó a los pocos días. No eran las vacaciones que Novelli prometió y encima se sentía controlado. “Una noche me despierto y veo a un pelotudo que me está vigilando en la oscuridad. Loco ¿qué soy? ¿Un mono?”. Llamó a su hijo, que lo rescató a bordo de un remise.
El escándalo siguió en Buenos Aires. Novelli no se daba por vencido y lo iba a buscar a su casa con un tal Patiño, psicólogo del establecimiento, para seguir con un supuesto tratamiento que tuvo el peor de los comienzos. Con el correr del tiempo y a medida que la situación adquiría características patéticas, Novelli llegó a convencerse de que Charly era el diablo y procedió a hacerle un exorcismo. A él le pareció divertido y, no sin asombro, se sometió a tal práctica. Novelli rezaba, mascullaba cosas en latín y daba vueltas a su alrededor, invocando la presencia del Maligno. García se hartó rápidamente.
—¿Quién eres? —le preguntó Novelli, completamente en trance.
—¡Soy el diablo! —contestó Charly, impostando la voz.
Novelli lo duchó en agua bendita hasta que García lo sacó carpiendo de su departamento. Todo fue una locura hasta que Charly se fue a Nueva York. No volvió a ver a Carlos Novelli, que murió pocos meses después del encuentro. Charly se sintió apenado cuando se enteró.


“No digas nada”. Sergio Marchi. Edit. Sudamericana

sábado, 17 de marzo de 2018

Y siento un humo como familiar...

“Ahí Charly me confirmó que iba a seguir. Casi no nos conocíamos, pero a los pocos días me pidió que lo acompañara a Nueva York para comprar los teclados para la nueva gira. En esa época Charly podía llegar a viajar a Nueva York cuatro veces por año a grabar, mezclar o filmar un video; eran otros tiempos y las compañías discográficas gastaban mucho en pagarles viajes a sus artistas para producir y difundir sus obras. Muchos músicos iban a comprar instrumentos , captar nuevas influencias o a producir sus discos. Así que a los pocos días de mi primer recital estaba viajando a Nueva York con Charly, que conocía bien la ciudad.
Claro que no faltarían los problemas. Supuestamente, Charly se iba a encargar de reservar dos cuartos en el Hotel Washington Square Park, , en la esquina de Waverly Place & Mc Dougall Street, en el Village, pero cuando llegamos el recepcionista nos dijo que el hotel estaba completo y que no tenia reservas a nombre de “Mister Garcia”. Menos mal que estaba esperándonos Joe Blaney , un ingeniero de grabación que había trabajado en Clics Modernos y Piano Bar, y que también trabajó con The Clash, Prince, The Ramones y Keith Richards, entre otros. Un grande que nos tranquilizó:
- No problem - dijo - Tengo un estudio en el Soho. Se pueden quedar esta noche.
Con el tema resuelto por un día, dejamos las valijas en el hotel y nos fuimos a desayunar a un coffee corner. Como siempre, Charly se pidió - a las nueve de la mañana - una cheeseburguer y una Coca Cola. Después nos fuimos a caminar por el Village y el Soho.
Cuando llegamos al estudio donde pasaríamos la primera noche fue tremendo: era un monoambiente de cuatro por cuatro, sin muebles, todo pelado. Pregunté donde íbamos a dormir. Joe sacó una colchoneta del ropero:
- Bye! See you tomorrow - dijo, y nos dejó con la boca abierta.
¿Una colchoneta? Eramos dos!! Por supuesto, hay jerarquías en el rock. Y ese “lujo” quedó para Charly. Yo me tiré en el piso y traté de dormir.
No fue fácil compartir el espacio reducido. Ya con Charly dormido, intenté usar un pedazo de la colchoneta; pero él se movía y me empujaba con los brazos, así que no me quedó otra que dormir en el piso, aunque “dormir” es una palabra demasiado optimista. Para colmo, había un ruido constante de la calefacción, que tiraba a cada rato un montón de vapor. Llegué a pensar que el estudio estaba incendiándose, no sabía como era el tema de las calderas americanas. Tenía tanta angustia que me quería ir a mi casa. Pero estaba en Nueva York. Y nada menos que con Charly Garcia.
Después de pasar una de las peores noches de mi vida, nos levantamos y nos fuimos a tomar un café. Del desayuno pasamos directamente al hotel. Por fin íbamos a tener una cama decente. El Washington Square era el hotel preferido de Charly en sus viajes a Estados Unidos, y son varios los temas que compuso en esas habitaciones, de las cuales salíamos a veces solo para ir a algún liquor store, a comprar un par de botellas del tradicional sake japonés, que calentábamos llenando la pileta del lavatorio del cuarto. En ese tiempo, la ciudad atravesaba una crisis de inseguridad y el hotel tenia rejas para que no lo asaltaran. Quedaba frente al Washington Square Park (donde filmamos el video de “Fanky”) y, si uno empezaba a caminar cruzando el parque, en dirección al Village, se sentían familiares aromas a hierbas. Era común que los dealers se acercaran a venderte algún pastito y que la Policía te cayera encima un segundo después. Algo de eso describe muy bien Charly en “No soy un extraño”.
“I’m Zorry” Fabian Von Quintiero. Edit. Planeta

domingo, 11 de marzo de 2018

Escucho un tango y un rock!

El martes 19 de abril presenté Alhambra en el Teatro Alvear porteño. Incondicional, Charly apareció hecho una tromba e hicimos “No soy un extraño”, “Fanky” y “Anhedonia”, con un solo de guitarra suyo en el cual confesó haberse sentido “invadido por el espíritu de Pappo”, muerto en un accidente hacia poco.
El Artista bajó del escenario sonriente, polera negra y pipa en la boca, entretenido con la situación atípica de que fuese él quien quisiese tocar conmigo y no al revés.
- Que opinás del tango electrónico? - lo abordó un periodista.
- Que es un tanguero en una silla eléctrica!
“Mientras otros duermen” Fernando Samalea. Edit. Sudamericana

martes, 6 de marzo de 2018

Seas bienvenida a casa!

El estudio de Phonalex era enorme, como la mayoría de los estudios de antes. Pero al lado, según recuerda María Rosa Yorio, había una habitación pequeña. Allí fue donde la cantante tuvo que esperar a que llegase su turno de pararse frente al micrófono, mientras cada uno de sus compañeros de grupo le daba algún consejo. Porque la cantante, en realidad, aún no lo era en el sentido discográfico de la palabra. Aquella era su primera grabación: el tema “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar”, compuesto por Charly García e incluido en el único disco –Porsuigieco– de esa suerte de extraño supergrupo que integraban Porchetto, Sui Generis y León.
Alguna vez María Rosa Yorio explicó que la existencia de semejante proyecto se debió a la generosidad de García, que quería formar un grupo acústico con todos sus amigos. Empezaron haciendo un show en el Auditorio Kraft, y después a alguien se le ocurrió grabar un disco y presentarlo con una gira que incluyó micro propio, al que subieron novias, amigos y hasta un perro. Dentro de aquella lógica familiera, aquella casi adolescente María Rosa era apenas –y nada menos que– la mujer de Charly.
Entre aquella animadora espontánea de fiestas familiares y esta cantante que acaba de armar una banda propia para –según se preocupa por aclarar– volver a cantar en su ciudad, hay más de tres décadas de recuerdos, anécdotas e historias musicales. Que se disparan, por supuesto, a partir de aquella noche en que dos pituquitas de Barrio Norte fueron a curiosear lo que sucedía en un aguantadero como era el Teatro ABC en aquella época, y se quedaron deslumbradas –y deslumbraron– con los dos chicos que tocaban desde el escenario. “Me llevó una compañera de secundaria, que había ido a verlos y me contó que incluso se había fumado un porro. ¡Toda una aventura! Aquella noche se volvieron locos con nosotras, que éramos chiquitas pero estábamos hermosas”, recuerda María Rosa, que por entonces acusaba apenas 16 años. “Y yo, obviamente, me enamoré locamente de ese pianista y cantante, cuyas canciones con aires clásicos me hicieron reencontrar con la música que escuchaba de chica, y sus letras hablaban de amor, de sacarse la ropa y de liberarse.”
Un colchón de dos plazas, un equipo de música y dos auriculares, uno para María Rosa y otro para Charly. Eso era todo lo que tenía la joven pareja en su habitación de la pensión de Aráoz y Soler, donde primero se refugiaron cuando se fueron a vivir juntos. “Nos tirábamos en el colchón y escuchábamos Artaud, El lado oscuro de la luna o Fragile, de Yes”, recuerda Yorio, que también precisa que cuando lo conoció, antes de que empezase el noviazgo, Charly recién había salido de la colimba. “La vieja lo había mandado a trabajar, pobrecito”, cuenta. “Así que Charly trabajaba para la Municipalidad: hacía inspecciones en restaurantes.” Por entonces también era sesionista en los estudios Phonalex, tocando el piano junto a cualquier banda de rock que grabase allí. “Charly siempre fue muy moralista, y por entonces tenía otra novia. Yo era la chica para salir. Que a veces significaba sólo ir a la plaza juntos. Porque a pesar de que éramos de clase media, por lo general no teníamos ni para tomarnos un colectivo”, explica. “Hasta que un día quedamos en encontrarnos en un bar y lo dejé plantado. Me acuerdo de que me quedé leyendo a Voltaire. Pero al final me acordé de él y me fui hasta el bar, y le dije que no podía seguir así.” Al comienzo de su relación, María Rosa y Charly siguieron viviendo en la casa de sus respectivos padres, pero después terminaron juntos en aquella pensión, escuchando música cada uno con sus auriculares. “Para mí fue maravilloso, porque yo nunca había escuchado realmente rock”, confiesa Yorio.
Según recuerda María Rosa, los primeros seis meses en la pensión fueron muy duros, ya que no tenían un peso. Pero después Sui Generis empezó a trabajar bien, y empezó a haber plata. “Teníamos una caja, y guardábamos los billetes ahí. Por entonces no existían los contadores, ni nada”, intenta explicar María Rosa; pero cuando se le recuerda que todas las crónicas periodísticas indican que Charly sigue guardando aún hoy el dinero de esa manera, larga una carcajada. “Sí, es verdad”, concede. “Siempre fue muy nihilista alrededor de ese tema.”
Aunque lo más común suele ser idealizar los primeros tiempos felices de cualquier pareja, María Rosa asegura que no piensa así. “Con Charly siempre tuvimos la moneda de oro que fue conocernos, y siempre estuve de la mano de él en muchos momentos importantes de mi vida. La vida era muy cruda y no nos dimos cuenta de que podíamos haber tenido esa cosa perfecta... ¡pero es que éramos tan jóvenes! Me acuerdo de que fuimos incluso de la mano a separarnos.” Junto a Charly, María Rosa atravesó toda la época de Sui Generis, Porsuigieco e incluso los comienzos de La Máquina de Hacer Pájaros. Después nació Miguel, el hijo de ambos, y la pareja –según precisa María Rosa– sufrió mucho la orfandad tanto de sus familias como de la sociedad.
“Pagina 12. Suplemento Radar”. 18 de Marzo de 2007

jueves, 1 de marzo de 2018

Necesito un gol

¿Cómo fue ese cambio del Ciclón al Millo? El propio Charly se lo ha revelado a Olé en 2013: “Creo que fue para diferenciarme de mi viejo. Cuando me hice Gallina, 'traicioné' al Ciclón. Yo en el Gasódromo (sic) mataba. Pero en mi adolescencia me incliné definitivamente por River. Me gustó la camiseta, esos colores son alucinantes. Y porque cuando lo empecé a ver, en los 60, era un equipazo. Ermindo y Daniel Onega, Antonio Carrizo, Pinino Más. Por ellos iba a la cancha. A veces solo, a veces con amigos. Como no teníamos plata, entrábamos cuando abrían las puertas en el segundo tiempo”. Y en 2011, sufrió como todos los hinchas de River el descenso: “Lo viví como el Tano Pasman”.
Entre las anécdotas que le ha dejado el fútbol, hay una poco alegre ya que presenció la tragedia de la puerta 12 (NdeR: fue el 23 de junio de 1968 en un superclásico en la cancha de River, dejó 71 muertos y la causa fue que la puerta de salida no estaba habilitada) e incluso su vida pudo haber corrido serio riesgo: “Fue uno de los episodios más trágicos que viví. Con mis amigos entramos en el segundo tiempo y desembocamos derechito en la Puerta 12. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos en medio de la hinchada de Boca, así que nos fuimos a la mierda. Caímos en la tribuna de River y por eso me salvé. Si no, estaba en el matadero”.
Por otra parte, al hablar de los mejores jugadores que ha visto, ha reconocido su favoritismo para con Maradona: “Pelé es un grande. Como viví mucho tiempo en Brasil, lo vi jugar un montón de veces. Pero Maradona me recopa porque es argentino como yo. Pelé era un atleta. No como el reventado este de Diego que se entrenaba tomando whisky y entraba a la cancha y metía 300 goles. Un Maradona aparece cada 50.000 años. Alfredo Di Stéfano también era un genio”.
Y además, en la despedida del Diego en la Bombonera tuvo una anécdota brillante: “ Me llamó Coppola y me invitó al palco. Me pasó a buscar y fui. En cuanto llegamos, Guillote me empezó a romper para que fuera a saludar a Diego al vestuario. Me quedé un rato con el Diez, y cuando salí, porque estaba por empezar el partido, me fui. Pero eso era un quilombo de gente y me perdí. Y en vez de salir a las plateas, terminé en el medio de la cancha. Y se vino abajo la Bombonera. “Charly...Charly...”. Y yo no podía ser menos, así que levanté los brazos y saludé. A Coppola no lo vi más. Así que me quedé viendo el partido con la hinchada de Boca. Yo les avisé que era de River, pero los pibes tenían la mejor”. De todos modos, en 2009 tuvo su reconocimiento en el Monumental, donde se llevó otra ovación y la 10 del club de sus amores firmada por el plantel de ese momento.
Cuando Charly era más joven, jugaba bastante a la pelota. “Cuando uno es chico siempre quiere ser jugador, pero era muy queso. Jugaba de 9 o de arquero. Estar en la mitad de la cancha es un embole, matándote y la gloria se la llevan los otros. Yo prefiero la gloria o la muerte”, ha contado. Y además, hay una imagen bien futbolera de 1980 que se ha hecho famosa. Un partido entre Serú Giran y Spinetta Jade, dos de las mejores bandas que han surgido en Argentina. La foto habría sido tomada por otra leyenda como David Lebón. Ambos conjuntos compartieron un recital histórico en esos tiempos, mientras desde algunos medios se intentaba generar una rivalidad entre ellos que en realidad no era así.
“Las perlitas de Charly y el futbol”. Diario Ole. 23/10/2017

Me tiré por vos

“El Héroe Nacional ocupaba por entonces grandes titulares en la prensa amarilla. Pocos días atrás, en Mendoza, en un comentado episodio que movilizó al país, se había arrojado desde su habitación del noveno piso a la piscina del Hotel Aconcagua. “Cuanto tiene la pileta?”, le había preguntado al joven bañero que estaba acodado en un balcón de tres pisos mas abajo. “tres metros de hondo, pero recién la están llenan...”, le respondió sin lograr completar su frase. Vio caer al Artista con su malla roja y la cara pintada con manchas verdes.
Precavido, Charly había estudiado el angulo de caída de veinte metros con tres intentos previos: primero una repisa para CD, luego un Pinocho de madera, que golpeó el borde y se desnucó, y por ultimo un muñeco inflable del gato Silvestre, el cual impactó en medio del agua y le aportó la confianza necesaria para realizar la proeza.
Se dijo que había caído de espaldas, casi sentado, y que había salido del agua como si nada hubiese sucedido. También se rumoreó que una señora estaba dentro de la piscina cuando en el momento exacto del chapuzón, situación que, en caso de ser verídica, le habrá aportado un shock psíquico inigualable. Tras pedir una Coca Cola a quien fuese, Garcia quedó expuesto a las preguntas absurdas de los periodistas que hacían guardia y, por azar, terminaron transmitiendo en directo la zambullida.
- Donde dejaste la capa de Superman?
- En tu cuarto
- Te dió miedo?
- Y...un poquito si. Sino no tiene gracia.
- Cuando vas a volver a Mendoza?
- Yo ya estoy de vuelta!
- El fin de semana tocará Fito Paez acá. Te quedarías para tocar con él?
- Si el se tira de ahí arriba también, si.
El bicolor ya nos tenia acostumbrados a los despliegues locuaces ante una cámara periodística. Como un experto de ajedrez, medía a su contrincante hasta asestarle un lapidario jaque mate. Con elegancia, se valía de expresiones peyorativas.”


“Mientras otros duermen”. Fernando Samalea.
Edit. Sudamericana

Donde esta Dios?

“Una muestra de la inventiva y creatividad de Alvarez y su equipo fue la grabación y presentación de una versión de “La Biblia” de Vox Dei. En una producción inédita para 1974, el productor reunió un inmenso combo rockero integrado por gran parte de los músicos mas destacados del momento (Billy Bond, Alejandro Medina, Sui Generis, Crucis, David Lebón, Raul Porchetto, Jorge Pinchevsky, Kubero Diaz, Oscar Moro, Carlos Cutaia y Miguel Cantilo, entre otros), junto a la Orquesta Ensamble Musical de Buenos Aires, dirigida por Gustavo Beytelman. El álbum resulto musicalmente pomposo y sin una dirección musical definida, producto de la variedad y cantidad de artistas intervinientes. El arte de tapa fue otra sorprendente creación de Juan Gatti, que elaboró un montaje de tapas con pinturas de escenas bíblicas, concepto de diseño que luego reiteraría para el disco debut de Garcia y La Maquina de Hacer Pájaros. La versión orquestal de “La Biblia” con orquesta y todos los músicos participantes fue presentada en noviembre de 1974 en un gran concierto en el teatro Gran Rex. Muchos recuerdan de esa noche la imagen del juvenil Charly Garcia que se destacaba por una novedosa vincha con una pequeña lampara a cada lado de la cabeza con la que iluminaba sus flamantes teclados . Mas allá del resultado final de este proyecto faraónico, “La Biblia” orquestada fue otra muestra del avanzado criterio de producción de Jorge Alvarez.”



“La Biblia del rock. Historias de la revista Pelo”. Juan Manuel Cibeira. Ediciones B

Algún día vas a ver al cretino gritar