miércoles, 10 de julio de 2019

Un ángel cuida tu guarida, tu canción

“Ese viaje a Nueva York de 1985 sirvió para que surgiera el disco Tango 1. La historia empieza así: se murió mi abuela paterna y había quedado una plata, que mi vieja repartió entre mi hermano y yo. No sabía que hacer con esa guita, pero cuando volví a mi casa le comenté a Andrea, mi primera mujer: “Che, Charly me propuso ir a Nueva York”. “Si te paga el pasaje...”, empezó a decirme, a lo que le respondí: “No, pero está la plata de mi abuela y yo pensé que por ahí voy y aprovecho para hacer algunas cosas”. Andrea, como siempre, me dijo: “Me parece bárbaro”. Ahí paré en la casa de Marteen Andruet, un amigo de Andrés Calamaro. A los dos o tres días llegó Charly, que se hospedó en el Washington Square Hotel, un emblemático hotel del rock. Andábamos mucho de aquí para allá, salíamos a la noche, íbamos al Limelight (una antigua iglesia devenida disco, donde te cruzabas con personajes como Iggy Pop o Steve Stevens, el guitarrista y productor de Billy Idol) que en ese momento estaba on fire.
Una noche fuimos a visitar a Pedro Aznar a su departamento, muy nice, muy cute. Era una noche nevada desde todo punto de vista. “Che, podríamos hacer algo, tengo unos temitas, unos bocetos, por ahí te los muestro”, dijo uno. Y el otro: “yo tengo algunas cosas que quiero grabar”. “Vamos a tomar un sake”, sugirió alguien. Calenté la botellita y se armó ceremonia sake. “Dame el teléfono y llamamos ya mismo a Joe Blaney”, propuso Charly. Esa noche, entre sake y sake, fueron armando las estructuras de los temas, viendo qué tenía cada uno, y así se gestó Tango 1.
Uno o dos días después fuimos a Secret Society, un estudio que nos había recomendado Blaney. En Tango 1 yo no grabé, era asistente de producción. Llegamos al estudio con las anotaciones de la primera noche nevada y yo le iba marcando a Joe cómo habíamos planificado cada cosa. Charly conoció a Joe Blaney en un viaje anterior, cuando estaba grabando el piano de “Los Dinosaurios”, del disco Clics Modernos (1983), y quedó alucinado con el sonido logrado. Blaney entendió con claridad meridiana lo que pretendía Charly; además de aportarle un sonido muy verdadero, lo bancó y logró darle un orden.
“Rec & Roll. Una vida grabando el rock nacional”. Mario Breuer. Aguilar. 2017

Dos edificios dorados

Fito: Cuando empezaron a romper las bolas con esto de que no hacia mas canciones. La burguesía se asustaba con los temas nuevos de Charly. ¡Boludo, ya hizo todas las canciones! ¡Boluda! ¿Entendés? ¿Mas canciones querés? Andá a escuchar los discos viejos, hay dos mil que no conocés. Entonces empieza a jugar con “Kurosawa”, se mete en ION, pone las luces, mete instrumentos, pasa una orquesta por un Marshall...O sea, se gasta doscientos mil mangos en una orquesta que después pasa por un Marshall distorsionado.
Pero a la vez, Charly ha sido un chamán de nuestra tribu argentina y ahí los meto a todos. Entonces puede ser muy hermoso cómo él revele o cómo nos cuente, una vez mas...Siempre pidiéndole a él las cosas, no? Pero tiene una clave, una llave de cosas muy profundas y mucho humor aparte. así el canal es todavía mas rápido, mas directo. es un proyecto escribir un libro con él
Gillespie: El domingo hicimos una entrevista en el marco de un festival de aquí de la radio con David Lebón. En un momento David contaba que tuvieron una reunión con Charly , qué se yo, y la de siempre: un producto quería volver a hacer Seru Giran. David le dice: “va a ser difícil que toque Moro” y Charly estuvo callado. Le preocupaba que no hablara y él empezó a aventurar futuros bateristas. Charly callado, callado. El tipo termina de nombrar como veinte bateros y Charly dijo: “y si buscamos alguno que toque bien”.
Fito: Charly en eso es un maestro del humor. Y de las certezas. Cuando caen las Torres Gemelas, creo que va la cámara de un noticiero a Circo Beat, todo drama, y le preguntaron : “Charly, que nos podés decir de todo esto?”. “Que puntería”, respondió (risas). La comedia es drama mas tiempo, decía Woody Allen.
Salsipuedes (historias del rock argentino)”. Gillespie. Edit. Planeta.

Dejame entrar

“Yo no fui el baterista de Seru Giran por poco. Muchas veces armaba grupos y me iba a tocar un mes a los boliches de Punta del Este, contratado por la temporada. Ibamos con Vane Mihanovich, un guitarrista y un bajista. Un verano me crucé con David Lebon que estaba veraneando. Me contó que se iba a Buzios porque Charly estaba armando una nueva banda. Iba a ver que onda. Me preguntó si me interesaba ser parte. “Claro, boludo” le dije.
A todo esto lo había conocido a Charly, nos habíamos cruzado socialmente, digamos. Yo iba muy seguido a una quinta en Tigre, un día cayó Charly a un asado y nos presentamos. Él no me tomó en serio. El contexto era medio cheto. La familia que era dueña de esa quinta estaba bien posicionada...Él es muy particular. Tiene que verte. Te estudia y recién ahí te da bola. Ese día no me registró como músico.
La cuestión es que David me dijo que si se daba mi incorporación , tenía que ir a Buzios para empezar a tocar. Un tiempo después me llamó: “sabés que acabo de llegar y ayer Charly habló con Moro, así que la banda la competan él y Aznar.”. Con Aznar ya había tocado porque es esa época los estudios juntaban músicos para grabar. Una vez el Negro Rada, Aznar, un violero que no recuerdo y yo fuimos contratados por CBS para grabar temas de Bob Marley que no habían llegado a la Argentina. El que cantaba era el Negro Rada, que imitaba todas las voces. Ese disco salió con un nombre insólito. El pibe, Aznar, era un animal.
Me quedé afuera de Seru pero la vida tiene muchas vueltas. Cuando tocaba con Raúl Porchetto a fines de los 70’ y principios de los 80’- la banda la formábamos con Pablo Guyot y Alfredo Toth -, nos manejaba Daniel Grinbank. Hacíamos muchas giras con Seru Giran y las pruebas de sonido eran unas zapadas increíbles. Siempre estuvimos cerca. en esa época había tanto laburo que compartimos miles de shows, aunque me cuesta recordar alguno puntual. Además, en ese momento, Charly y su mujer Zoca, empezaron a venir a los shows de Porchetto y de esa forma me hice muy amigo del flaco. Zoca le decía: “Willy es el primer baterista que baila mientras toca”.
Con David nos conocíamos de chicos, con Charly teníamos gente en común, con Pedro habíamos grabado y Morito, un genio, se tocaba todo. Yo andaba por los camarines antes y después de los shows. ¡Cómo sonaban en vivo, hermano!. No eran un grupo, eran un seleccionado. La definición es esa: Seru Giran, seleccionado musical. No hay mucho mas que hablar . Los cuatro eran impresionantes, aunque detesto decir que eran los Beatles argentinos. Eran un grupazo, uno de los pocos con nivel internacional. Tendrían que haber ido a Europa, haber sido mas explotados...”
Willy Iturri
“Seru Giran. la historia”. Walter Dominguez. Edit. Planeta. 2018

Hundiendo el Titanic

“ La grabación de Serú ’92 fue algo muy fuerte -rememora David.
- Tengo entendido que estuvieron algo así como un mes encerrados...
- Fue terrible porque estábamos todos peleados con todos.
- ¿Y cómo fue que lograron juntarse cuando estaban todos peleados?
En realidad primero nos juntamos y después nos peleamos. O sea: la idea empezó en el ’91. Yo estaba en Miami, Pedro estaba con Pat Metheny, Charly no sé si estaba internado o andaba por ahí, y Morito, bueno, esperando algo. Entonces empezamos a hablarnos por teléfono. Yo tenía mucho miedo de que la gente pensara que nos juntábamos por la plata. Y no quería hacer un revival: quería hacer algo nuevo. Entonces la idea, para que no pareciese un revival fue hacer un disco antes. Un disco con temas nuevos de Serú para no ir al estadio a tocar sólo temas viejos. Y cuando llegamos acá -abre los brazos con las palmas hacia arriba, levanta la mirada al techo de la sala- Charly estaba... no sé si mal o bien, no sé cómo decirlo, estaba...
-Como estaba - digo en una suerte de sobreentendido porque David, el gran David, es obvio, se resiste a pronunciar cualquier afirmación que tenga la forma de un juicio taxativo.
- Con un estado -cierra, críptico-. Pedro estaba con otro, Capitán Titarelli, Moro, estaba con otro y... cada uno venía de su historia. Yo venía de Miami. Así que empezó a haber roces y cuestiones, que este tema no, que esta canción sí, que papapá. Gustavo, pobre, ya no daba más.
- ¿Gustavo fue el técnico de grabación?
- No, él no fue el técnico, pero él estaba. Y los técnicos, pobres, no sé dónde estarán ahora. Internados, no sé. Lo que pasa es que los técnicos pueden laburar si se respeta cierto horario y Charly es un tipo que te tenía las veinticuatro horas despierto, viste, porque no paraba. Era “sigamos y sigamos y sigamos”.
- ¿Y ustedes podían acompañar ese ritmo?
- No, grabábamos de a pedazos. Pedro y Charly incluso tuvieron una pelea muy fuerte, el resto del disco no pudieron terminarlo juntos. Entonces, en un momento dado, lo invitan a Charly a participar de un festival de música, en Francia. Cuando nos enteramos de que se va, dijimos “¡Yes! ¡Buenísimo, boludo! ¡Nos queda el estudio para poner todo lo nuestro tranquilos!”. Hasta los plomos estaban contentos. Pero resulta que el flaco llega al aeropuerto y se compra un poncho, un mate y una botella de Jack Daniels. Se pinta la mitad de la cara con la bandera francesa y la otra mitad con la bandera argentina: así sube al avión. Sube al avión en pedo y dice: “Ustedes son todos unos pelotudos, yo soy el mejor de todos”. Y bueno, obviamente, el capitán del avión dijo: “Este muchacho no viaja”. Lo bajaron. Después se escapa del remís en el que lo llevaba Quebracho, su asistente, y se sube a un auto... de cualquiera... podría haber sido el tuyo ponele. Saca el casete que estas personas estaban escuchando, pone el de Serú Girán y les dice: “Llévenme al Cielito”. Nosotros estábamos acá, en plena grabación, cuando de repente aparece. No lo podíamos creer. Cada uno hizo chu, chu, chun y desaparecieron todos. Gustavo estaba ahí -señala un rincón del estudio de grabación- levantando cintas para guardarlas bajo llave porque no se sabía, viste, si el flaco las podía llegar a quemar, estando él cualquier cosa podía pasar. Y Charly, que venía feliz, en tren de joda, pensando que se trataba de un plomo de él llamado la Bruja, va y le pega una patada en el culo a Gustavo. Gustavo estaba así -hace un gesto con los puños y los ojos cerrados, como de furia contenida- y se da vuelta como diciendo: “Escuchame, gil, qué te pasa”. Después me dijo: “no le pegué porque era Charly”. Otro día eran las ocho de la mañana y estaba Moro, totalmente en pedo, diciéndole al jardinero -tuerce la boca y arrastra las palabras- “apagá la máquina”. Y Charly con un micrófono haciendo así -hace con el brazo un gesto de revolear algo, como boleadoras, por ejemplo- en el parque, para dar un efecto a no sé qué canción. Y yo los vi y dije: “estos están todos locos”. Para que yo lo diga, imaginate. Bueno, así era más o menos el clima de la grabación. Ahora, vos escuchás el disco y está buenísimo.”
David Lebón
“Del Cielito. El sello del rock”. Candelaria Kristof. Inamu. 2017

Pasenlo en la radio

“Yo lo adoro a Charly”, asegura Litto Nebbia. “Lo respeto mucho porque es un tipo completamente original. Cuando debutaron con Sui Generis, fue como teloneros en un recital con mi grupo Huinca. En esa época eran cinco. Después lo invité a Charly a un programa de radio que yo tenía y tocamos los dos juntos al aire. Cuando Sui Generis editó Confesiones de invierno, me acercaron dos temas para que yo tocara el piano y arreglara otro; no se hizo porque con el tipo de la compañía en donde ellos grababan nos odiamos y prácticamente les prohibió que grabaran conmigo. Conocí la carrera de Sui Generis por los discos. Cuando lo conocí a Charly, él vino a mi casa de Olivos. Estaba por firmar el contrato. Era muy flaquito, muy sano, ingenuo. Y yo, que siempre fui muy peleador, le di mucha máquina”.


“No digas nada”. Sergio Marchi. Edit. Sudamericana

Algún día vas a ver al cretino gritar