viernes, 27 de julio de 2018

Cretino

“Con Charly Garcia no trabajé casi nunca, salvo esas fechas que mencioné con La Maquina de Hacer Pájaros, pero siempre tuve buena onda con él. Me lo encontré cuando tocó en un show de los Ratones Paranóicos en el Luna Park, en el que Juanse puso juntar a Charly y Spinetta. Garcia me dijo: “Te acordás, Peter? Acá comenzó todo”. Se la cacé al vuelo: hablaba de aquel show en el que Sui Generis se despidió del público, mas conocido como Adiós Sui Generis. Mas adelante, tuve bajo mi supèrvisión a su hermano, el facellido Quique, que trabajaba en las oficinas de Daniel Grinbank como manager de Púrpura, la banda de Leonor Marchesi.
Enrique Garcia tenía un amor desmedido por Púrpura. Era un tipo muy campechano, muy buena onda. Y en esa época, Charly también era un poco así. Salvo aquel día...
Fue su despedida inolvidable de Daniel Grinbank con quien nunca mas volvió a trabajar. Me acuerdo que Olga Gatti abrió la puerta de mi oficina y me gritó:
- ¡Peter! ¡Salí y paralo!
- ¿de qué me hablás? - le pregunté
- Salí a ver, por favor.
Charly había entrado hecho una tromba munido de dos aerosoles de pintura. Yo abrí la puerta de mi oficina, lo saludé y él contestó: “Peter!”. Me dió un abrazo y dibujó muy prolijamente una clave de sol en mi puerta. Grinbank estaba encerrado en su oficina y no salía. A él le hizo todo un mamarracho con el signo pesos por todos lados. Me quedé pensando que, según su simbología, yo era la música y el otro la guita. El agravante fue que la oficina estaba impecable; durante un viaje de Grinbank, quedó a cargo Pepe Vinci (otro mánager que trabajaba en la agencia, ya fallecido), que con plata ajena hizo del lugar una cosa muy glamorosa. Charly sabía dónde pegar; había vuelto de los Estados Unidos y le llevó el disco a Daniel para que lo escuchara en el acto. Era Piano Bar, si mal no recuerdo; Grinbank no quiso o no pudo escucharlo con la premura que Garcia requería y todo se puso multicolor. Una tormenta de aerosoles.”
Peter Deantoni.
“Pappo Made in USA. En la ruta del delirio”. Peter Deantoni. Edit Planeta

viernes, 20 de julio de 2018

Demoliendo hoteles

“Una vez, contraté a Charly por ocho shows por las provincias. Luego de la primera fecha, el culiao rompió la habitación y me cobraron como diez mil dólares. Ahí nomás decidí llevarme todo - acolchado, televisor, cuadros, etc - , les pedí a mis asistentes que los reparasen y limpiasen como sea, con pegamento o thinner para sacar la pintura, y llamé al siguiente hotel de la gira. “Quiero una habitación, pero vacía, sin muebles”, les dije a los tipos. Entonces, fuimos poniendo todo ese decorado en cada nueva suite, que a su vez, este demonio iba rompiendo y nosotros arreglándolos cada vez. ¡Garcia hizo toda la gira sin enterarse que siempre tenía los mismos objetos y cuadros alrededor!”
Jose Palazzo
“Mientras otros duermen”. Fernando Samalea. Edit. Sudamericana

viernes, 13 de julio de 2018

El niño y yo

“Los archivos del Thibaud - Piazzini conservan todos los programas de aquellas audiciones junto con una fotografía donde se observan a todos los alumnos que participaban”. “finalmente, el sábado 24 de octubre de 1964, por primera vez con pantalones largos e insertado en el mundo adulto con trece años recién cumplidos, Carlos Garcia Moreno es el primero en tocar en lo que sera su ultima audición. Esa tarde interpreta Preludio y fuga en Do Menor (Bach), Sonata Op. 40 n° 1 movimientos andante y presto (Beethoven), Ensueño (Schumann) y Aire de gato (Napolitano)”.“Aquella ultima audición fue compartida con los alumnos Francisco J. Traversa y Hector Mario Crotti”.
“En enero de 2017 Hector Crotti, a sus 71 años, fue contactado para este libro y a pesar de que pasó mas de medio siglo desde octubre de 1964 todavia conservaba el programa y la foto correspondiente de aquel recital. Pero le faltaba un dato trascendente para completar la historia: hasta el llamado de este autor no sabia que uno de sus compañeros de audición había sido Charly Garcia, nunca pensó en quien podría haber sido el niño que tenia a su izquierda en la fotografía que inmortalizó aquella tarde.”
Aunque no había registrado su presencia en octubre de 1964, a Hector Crotti la música de Garcia no le pasó desapercibida:
Es increíble pensar que estuve al lado de esa persona a quien admiro. Jamas me imagine quien era Carlos A. Garcia Moreno hasta que me dijiste vos. Lo ví ese día y nunca mas. No teníamos ningún contacto previo con los compañeros y los días de audiciones llegábamos, nos sacaban la foto antes del recreo y luego del concierto por ahí no nos volvíamos a ver”
“Esta noche toca Charly”. Roque Di Pietro. Gourmet Musical

sábado, 7 de julio de 2018

Mi capricho es ley

El 25 de enero de 1995, mientras probábamos sonido en el Cine Arenas de San Bernardo, recibimos la insólita noticia: un productor chileno se había empecinado con que nuestro ídolo nacional tocase al día siguiente en el festival de la Playa de Ritoque, al norte de Santiago, en el cual participaría León Gieco, entre otros.
—El dinero no es un problema, necesito que Charly García actúe si o si —aseguró el empresario trasandino. La propuesta parecía compleja. Había un show marplatense —inamovible—, el siguiente 27. ¿Cómo cruzaríamos la cordillera, ida y vuelta desde San Bernardo, para estar a tiempo en Mar del Plata? Además, ¿por qué lo habían ofrecido tan sobre la hora? Continuamos ajustando versiones, mientras managers y productores cruzaban faxes, telegramas, señales de humo, palomas mensajeras o llamados internacionales a la velocidad de la luz. Cuando la posibilidad pareció esfumarse y el sentido común dictó que no se podía mover a una banda de un lado a otro del continente en tan poco tiempo, el productor chileno retrucó con su as en la manga: el envío de un Lear Jet. Dejó en claro que no iba a escatimar en nada, con tal de que Charly actuase allí. Un asistente, temeroso, se acercó a García, que estaba sentado al piano, para comunicárselo. —Ah, no, no. Voy solamente si me mandan un avión que diga Casandra Lange, en letras grandes al costado… El problema tipográfico se habrá interpretado como un obstáculo significativamente menor en cuanto a todo lo demás. Dicho y hecho, al amanecer del día 26 y tras ofrecer la función del Arenas, abordamos una moderna nave en el aeropuerto de Alternativa Internacional de Camet. Por supuesto, con la leyenda a grandes letras exigida por el artista. Las dimensiones de la aeronave eran mínimas, como las de una limusina con alas. Aunque, al menos el piloto, de camisa blanca, gorra azul, rigurosos lentes oscuros Ray-Ban y sonrisa publicitaria, inspiraba confianza. La bienvenida en el aeropuerto de Santiago fue, cuanto menos, sospechosa: todos parecían policías salidos de una película de acción o de un video de los Beastie Boys, de trajes negros o a rayas y lentes de sol. Se armó una extensa caravana de automóviles de tufillo mafioso, que tomó la carretera hacia la playa en cuestión. La grilla era tal que nuestro set, supuestamente el cierre a toda gloria del evento, fue quedando relegado a medida que el atraso entre actuaciones se hacía más considerable. Casi amaneciendo, el mismo día en el cual debíamos tocar a la noche en Mar del Plata, logramos abordar el escenario, con el mar del Pacífico al frente como suntuoso paisaje. Tras dar el golpe final de “No voy en tren”, con la misma ropa de la actuación, subimos a unas limusinas estacionadas al borde del escenario, que surcaron a toda velocidad los más de cien kilómetros hasta el aeropuerto de Santiago, donde había quedado nuestro confiable Lear Jet Casandra Lange. Cruzando la cordillera, cabeceando de sueño, escuchamos a medias los gritos de nuestro exultante líder: —¡¡¡Muramos todos juntos!!! ¡¡¡Estrellémonos sobre las montañas!!! Lo peor, era que parecía hablar en serio. Solo logramos apaciguarlo individualmente, con música a todo volumen en nuestros respectivos auriculares de cd players. Poco después del mediodía estábamos en el Atlántico otra vez, como si todo hubiese ocurrido en la imaginación, probando sonido y brindando otro concierto tras el hule en el boliche “Go!” de Avenida Constitución y Ortega y Gasset, sin que nadie pudiese imaginar el trajín anterior...
“Que es un long play”. Fernando Samalea. Edit. Sudamericana

Algún día vas a ver al cretino gritar