“De repente se acercó Garcia: - ¡Wwwooouww, que flash! Esto está igual que en la época de Adiós Sui Generis. Acá estuve sentado con la galera y el traje blanco! - comentó entretenido, antes de agregar “Venite a casa mañana” y desaparecer como un cohete hacia la calle Eduardo Madero.
Al día siguiente, aun con cara de dormido, bajo el sol que pegaba de lleno en el portal, toqué el timbre del departamento 15. Mientras el ascensor antiguo de metal negro fue elevándose piso a piso, escuché música a un volumen cada vez mayor: era la parte “acústica” del show de ayer, la de la darbouka. Me abrió la puerta una de sus “aliadas”, con sonrisa de póster adolescente y brazalete. Al entrar, observé las paredes, cubiertas con frases y pegatinas de hojas de revista dibujadas encima. García las llamaba “intervenciones”. Su hábitat, una obra conceptual en sí mismo, parecía la exposición de un artista iluminado del Instituto Di Tella, pero con tendencias aún mas furiosas. El mismísimo Jorge Romero Brest hubiese quedado fascinado.
- Escuchá, escuchá, wwwuuuaaauwww, grabé todos los instrumentos por línea con la Roland D8 - dijo al verme ingresar a su cuarto.
Mientras tanto, continuó efectuando una innumerable serie de grabaciones sobre el audio en vivo. “¿Cómo habría hecho para llegar al Luna con su guitarra y grabador, conectarlo correctamente a la consola de monitores, dejar su aparato grabando y ser parte del show al instante?”, me pregunté. Su capacidad para los desafíos técnicos, al estilo de la serie Mac Gyver, seguía sorprendiéndome. Como si hubiese leído mis pensamientos, él mismo me dió la respuesta: “Hay gente que se cae de una silla y se mata, en cambio yo me tiré de un noveno piso y acá estoy, man...Feel the power!”
Suficientes horas después, bajé nuevamente por el ascensor. Desde su cuarto, resonaba “Three of a perfect pair”, la canción de King Crimson: “One, one too many schizophrenic tendencies, keeps it complicated, keeps is aggravated , and full of this hopeless, oooohhhh, what a perfect mess....”
“Mientras otros duermen” Fernando Samalea. Sudamericana. 2017
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