jueves, 9 de abril de 2020

Alguien que me emparche un poco

Yo también toqué el timbre a las 3 de la mañana y subí al séptimo piso para estar con Charly García. La diferencia, en todo caso, es que yo no me metía en la cama. Me sentaba en el piso.
Cuando estaba contenta y necesitaba aflojar un poco la estructura superrigida que me había autoimpuesto, caminaba las cinco cuadras que separaban mi departamento de su casa. Tocaba el portero y Charly me recibía con cariño. Lo escuchaba tocar y me mostraba sus canciones nuevas. A veces tomaba alguna de sus pinturas y me ponía a pintar con él, los dos rodeados por silenciosa suaves y tranquilos. Necesitaba poder disfrutar de Charly con otra cabeza.Mostrarle que yo también podía ser como una amante.
A veces le llevaba regalitos. Una vez, por ejemplo, le hice un compilado con escenas suyas en televisión. Apenas vio el video, salió corriendo.
- Que miedo! Que miedo!
Eran sus temores atávicos, sus paranoias.Cada vez que aparecía una carta documento en su buzón del correo, Charly la tiraba a la basura sin siquiera mirarla o dársela a algún abogado. Así, sin saberlo, se declaraba en rebeldía ante la ley y gatillaba todos esos procesos legales y juicios que han puesto en jaque su economía mas de una vez.
Aunque mi situación nunca fue holgada, llegué a prestarle plata. También me banqué agresiones y asistí a cosas muy feas, como cuando apareció una chica diciendo que era su hija y su madre empezó a llamarme insistentemente por teléfono. Quería tomar clases decanto conmigo. El morbo de los años 90. Muchas veces, con mi moralina a cuestas, incluso le hice a Charly alguna advertencia.
- Ojo que esto sale caro - le decía.
- Sí - me respondía él - Ya sé que sale caro.
Sentada sobre la alfombra del living, podía ver l solo que estaba. En ese sentido, creo que mi presencia lo relajaba. Una vez mi dirigió una mirada que interpreté naturalmente: “sos una compañera”.
Para entonces yo vivía en un departamento de Aguero y Berutti, prácticamente a la vuelta de la casa de Charly. A veces volvíamos juntos de alguna fiesta y compartíamos el taxi. Recuerdo, por ejemplo, una celebración en la casa de Rinaldo de la que volvíamos a altas horas de la madrugada. Charly me miraba dispuesto a un poco más. Solo un poquito más. Pero yo siempre volvía a mi casa.
“Asesínenme. Rock y feminismo en los años 70”. Maria Rosa Yorio. Planeta.2019

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Algún día vas a ver al cretino gritar