viernes, 17 de enero de 2020

No llores nena que no es la muerte

“Entramos a Tribunales tomados de la mano. Nos sentamos esperando que nos hicieran pasar al despacho del juez. Charly ya no era el chico raro y tan poco agraciado del primer Sui Generis. La mancha de vitiligo que le blanqueaba la mitad de la cara estaba a su favor, creando el famoso bigote bicolor, el cabello color frutilla mas largo y un guardarropa algo ampliado y divertido. No se me cae ningún anillo si digo que fueron “las chicas” las que lo pusieron lindo.
Entramos al despacho del juez -me llaga a la memoria su sonrisa dulce - , que unos días antes nos había mandado a repensar si estábamos seguros de querer divorciarnos.
La decisión estaba clara. Entramos. Firmamos las actas. Nos fuimos sin hablar, tomados de la mano.
En la esquina nos dimos un beso y yo me fui a la casa de Beba. Charly partió rumbo al coqueto (pero hotel al fin) Impala, en Libertad y Arenales.”
“Asesínenme. Rock y feminismo en los años 70”. Maria Rosa Yorio. Planeta. 2019

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Algún día vas a ver al cretino gritar