sábado, 17 de marzo de 2018

Y siento un humo como familiar...

“Ahí Charly me confirmó que iba a seguir. Casi no nos conocíamos, pero a los pocos días me pidió que lo acompañara a Nueva York para comprar los teclados para la nueva gira. En esa época Charly podía llegar a viajar a Nueva York cuatro veces por año a grabar, mezclar o filmar un video; eran otros tiempos y las compañías discográficas gastaban mucho en pagarles viajes a sus artistas para producir y difundir sus obras. Muchos músicos iban a comprar instrumentos , captar nuevas influencias o a producir sus discos. Así que a los pocos días de mi primer recital estaba viajando a Nueva York con Charly, que conocía bien la ciudad.
Claro que no faltarían los problemas. Supuestamente, Charly se iba a encargar de reservar dos cuartos en el Hotel Washington Square Park, , en la esquina de Waverly Place & Mc Dougall Street, en el Village, pero cuando llegamos el recepcionista nos dijo que el hotel estaba completo y que no tenia reservas a nombre de “Mister Garcia”. Menos mal que estaba esperándonos Joe Blaney , un ingeniero de grabación que había trabajado en Clics Modernos y Piano Bar, y que también trabajó con The Clash, Prince, The Ramones y Keith Richards, entre otros. Un grande que nos tranquilizó:
- No problem - dijo - Tengo un estudio en el Soho. Se pueden quedar esta noche.
Con el tema resuelto por un día, dejamos las valijas en el hotel y nos fuimos a desayunar a un coffee corner. Como siempre, Charly se pidió - a las nueve de la mañana - una cheeseburguer y una Coca Cola. Después nos fuimos a caminar por el Village y el Soho.
Cuando llegamos al estudio donde pasaríamos la primera noche fue tremendo: era un monoambiente de cuatro por cuatro, sin muebles, todo pelado. Pregunté donde íbamos a dormir. Joe sacó una colchoneta del ropero:
- Bye! See you tomorrow - dijo, y nos dejó con la boca abierta.
¿Una colchoneta? Eramos dos!! Por supuesto, hay jerarquías en el rock. Y ese “lujo” quedó para Charly. Yo me tiré en el piso y traté de dormir.
No fue fácil compartir el espacio reducido. Ya con Charly dormido, intenté usar un pedazo de la colchoneta; pero él se movía y me empujaba con los brazos, así que no me quedó otra que dormir en el piso, aunque “dormir” es una palabra demasiado optimista. Para colmo, había un ruido constante de la calefacción, que tiraba a cada rato un montón de vapor. Llegué a pensar que el estudio estaba incendiándose, no sabía como era el tema de las calderas americanas. Tenía tanta angustia que me quería ir a mi casa. Pero estaba en Nueva York. Y nada menos que con Charly Garcia.
Después de pasar una de las peores noches de mi vida, nos levantamos y nos fuimos a tomar un café. Del desayuno pasamos directamente al hotel. Por fin íbamos a tener una cama decente. El Washington Square era el hotel preferido de Charly en sus viajes a Estados Unidos, y son varios los temas que compuso en esas habitaciones, de las cuales salíamos a veces solo para ir a algún liquor store, a comprar un par de botellas del tradicional sake japonés, que calentábamos llenando la pileta del lavatorio del cuarto. En ese tiempo, la ciudad atravesaba una crisis de inseguridad y el hotel tenia rejas para que no lo asaltaran. Quedaba frente al Washington Square Park (donde filmamos el video de “Fanky”) y, si uno empezaba a caminar cruzando el parque, en dirección al Village, se sentían familiares aromas a hierbas. Era común que los dealers se acercaran a venderte algún pastito y que la Policía te cayera encima un segundo después. Algo de eso describe muy bien Charly en “No soy un extraño”.
“I’m Zorry” Fabian Von Quintiero. Edit. Planeta

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Algún día vas a ver al cretino gritar