sábado, 24 de marzo de 2018

Nunca pensé encontrarme con el diablo!

“Lo de Punta del Este fue todo un delirio —resume Zoca, quien llegó a la ciudad balnearia alarmada por la situación—. Charly me llamó para que viniera. Tenía un departamento en José Ignacio, estaba con Miguel, su hijo, y no andaba del todo bien. Se cortó la pierna con una ventana y hubo que llamar a un médico. Fue al hospital, le hicieron una curación y salió caminando. Pero después Charly dijo que le habían dado morfina. No sé de dónde lo sacó”.
El que quiso llevárselo de Uruguay fue el pastor Carlos Novelli. Pero García no quería ir a su granja de rehabilitación en la localidad de Diego Gaynor. Charly no tenía la menor intención de iniciar tratamiento alguno; sólo pretendía que lo dejaran tranquilo. Cuando las papas quemaron accedió a ir a “Gloria Gaynor”, tal su bautismo del establecimiento, para escaparse de Uruguay y la prensa. Lo que siguió después fue un bochorno: Novelli fletó un micro especial para llevar a los periodistas a la granja, a visitar a la nueva atracción del lugar. Charly, que se resistía a convertirse en punto de interés turístico, se las tomó a los pocos días. No eran las vacaciones que Novelli prometió y encima se sentía controlado. “Una noche me despierto y veo a un pelotudo que me está vigilando en la oscuridad. Loco ¿qué soy? ¿Un mono?”. Llamó a su hijo, que lo rescató a bordo de un remise.
El escándalo siguió en Buenos Aires. Novelli no se daba por vencido y lo iba a buscar a su casa con un tal Patiño, psicólogo del establecimiento, para seguir con un supuesto tratamiento que tuvo el peor de los comienzos. Con el correr del tiempo y a medida que la situación adquiría características patéticas, Novelli llegó a convencerse de que Charly era el diablo y procedió a hacerle un exorcismo. A él le pareció divertido y, no sin asombro, se sometió a tal práctica. Novelli rezaba, mascullaba cosas en latín y daba vueltas a su alrededor, invocando la presencia del Maligno. García se hartó rápidamente.
—¿Quién eres? —le preguntó Novelli, completamente en trance.
—¡Soy el diablo! —contestó Charly, impostando la voz.
Novelli lo duchó en agua bendita hasta que García lo sacó carpiendo de su departamento. Todo fue una locura hasta que Charly se fue a Nueva York. No volvió a ver a Carlos Novelli, que murió pocos meses después del encuentro. Charly se sintió apenado cuando se enteró.


“No digas nada”. Sergio Marchi. Edit. Sudamericana

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Algún día vas a ver al cretino gritar