martes, 12 de junio de 2018

Y llego la policia con dos carros y un tranvia

“Un día estaba en mi casa de soltero, un departamentito de un ambiente, en el que vivía solo. Era una época turbia de mi vida, con menos orden del que tengo ahora. Era sábado por la tardecita y me estaba preparando para salir esa noche, pero tuve que cambiar todos mis planes. De repente, me llaman de TN para decirme que Charly Garcia estaba detenido en el Departamento Central de Policía en la calle Moreno, que me mandaban un cámara y que fuera para ver si lo podía ver o entrevistar y averiguar qué es lo que pasaba. Lo había mandado a detener un juez de Rosario porque había una denuncia por pegarle a un fotógrafo, lo había citado varias veces y no se había presentado a declarar. Obviamente, el juez lo mandaba a detener para trasladarlo a Rosario a que compareciera. Al llegar al Departamento de Policía, el primer trabajo que tuve que hacer fue más de investigador y productor, porque primero había que informarse qué era lo que estaba pasando y dónde estaba Charly, ya que nadie sabia nada, hasta que uno de los policías me dice que estaba en una oficina y que ellos estaban esperando instrucciones del juez de Rosario. Pido verlo, me dicen que no se podía porque estaba incomunicado por el momento. Me quedo esperando y, por mi personalidad sociable y amiguera, me pongo a charlar con los policías hasta que uno me tira el dato de que lo iban a trasladar a Rosario. Sábado casi noche. Rarisimo. Hablo con el canal y les comento la situación y me dicen que me vaya con el camarógrafo atrás de Garcia y lo siga a Rosario. Sale Charly en un patrullero con otro de escolta y nosotros con el camarografo vamos tras ellos en un auto. Esa noche de sábado hicimos todo el camino atrás de Charly. Paraba en las estaciones de servicio, compraba cosas, iba siempre custodiado. Obviamente los policías sabían que los seguíamos, pero no nos avisaban cuándo paraban, sino que teníamos que estar pendientes de todos sus movimientos. Charly iba dentro del patrullero con un teclado y una guitarra tocando, haciendo de las suyas. Se ve que Charly los volvía locos a los policías; entonces, iban parando cada tanto para descomprimir un poco el encierro., porque tenerlo encerrado tres horas en un auto es casi imposible. Cuando paran es un estación de servicio, me le acerco y le digo Charly te estoy siguiendo con el cámara. Me parece que ahí se sintió un poco mas protegido, porque, a pesar de que no le gustan los medios ni las cámaras, se siente protegido por las cámaras en estas situaciones.
Cruzamos algunas palabras en la estación de servicio, hasta que un policía me dijo que no podíamos hablar porque estaba incomunicado. Llegamos a Rosario entrada la madrugada. Vamos a un lugar que tenia un parque con galerías, perteneciente a la policía de Rosario. Logro entrar sin la cámara y me voy enterando. A esta altura, hasta parecía que formaba parte de la comitiva de Charly, junto con Gabriel Ganem, su asistente, un custodio y Marcelo Levalle, su manager de aquel entonces. Pero nadie sabia bien que estaba pasando. Era una situación muy bizarra, Charly trasladado en patrullero a Rosario. Esa noche, lo mandan preso a la Alcaldía de Rosario, donde hay dependencias que funcionan como cárcel y hay detenidos.
Me levanto el domingo y le digo al camarógrafo que me espere mientras voy a la Alcaldía a averiguar la situación. Allí, me atiende un tipo que me reconoce por mi función periodística y aprovecho para decirle que voy a ver a Charly. por ser Charly, el juez había autorizado a cinco personas para que lo visitaran mientras seguía detenido esperando a ser interrogado el lunes. El cana me dice que, salvo esas cinco personas autorizadas por el juez, cuyo nombres había dado el propio Charly, no lo podía ver nadie mas. Le pedí que se fijara si yo figuraba en la lista y efectivamente estaba.
Logro entrar a la Alcaldía, paso por distintas celdas, bajo a un sótano, el policía que me acompaña abre una puerta y me dice ahí esta. Cuando entro, estaba en un cuarto lleno de humedad, con dos camas cuchetas con dos presos durmiendo en cada una y un colchón tirado en el suelo, en el que estaba Charly durmiendo. Debido a una gotera, había agua en el piso y llegaba hasta el colchón de Charly, que dormía profundamente. Un panorama desolador. Charly Garcia, todo sucio, desprolijo, abandonado, tirado en un colchón con el agua casi llegándole hasta e borde. me impacto mucho. No desperté a nadie, sino que le dije al policía ahora vuelvo. Me di media vuelta y salí a la calle. Compre un termo, fui a una cafetería y pedí que lo llenaran de café, compre azúcar y medialunas y regresé. Entré a la celda y me quedé sentadito en la mesa mientras los cuatro presos y Charly dormían. Esperé unos cuarenta minutos y, a medida que se despertaban me fui presentando, soy Bebe Comntemponi, periodista de TN. Se levanta Charly, me dice Bebe, que haces acá? Lo primero que hice fue darle un café con leche y ofrecerle medialunas. Después Charly me contó la situación. Estuve casi cuatro horas en la cárcel con Charly. Le dieron una guitarra y toco para los presos.
Recuerdo que dos de los presos estaban encerrados por violación y los otros dos por robo. Esa era la celda de Charly. Hablamos mucho, no sabia que estaba pasando, estaba tranquilo esperando que llegara el lunes. Nos sacamos muchas fotos, jugamos a las cartas y él cantaba canciones en la guitarra hasta que un policía me dijo que me tenia que ir. Al día siguiente Charly tenia que estar en el juzgado a las 7 de la tarde aproximadamente, así que pusimos el móvil para transmitir en vivo, y luego de declarar, quedó libre.
Vivir de adentro cosas como ésta, en las que te ubica la vida, fue algo extraño. Después pensaba que, cuando me llamaron del canal para decirme que Charly estaba preso, yo podría haber estado en cualquiera, podrían no haberme encontrado, pero se dio todo de modo tal que hasta terminé siguiéndolo en el traslado a Rosario y viví una situación única en la vida de Charly: preso entre violadores y ladrones. Ver la imagen ésa de él en el colchón con la guitarrita tocándole a los presos resultó una experiencia a la vez única, bizarra, rara, dolorosa, conmovedora.”
“Por la vereda del rock”. Bebe Contepomi. Ediciones B

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Algún día vas a ver al cretino gritar