En un café estábamos sentados Charly y yo, frente a frente. Nuestra relación siempre fue extraña. Él a veces desconfiaba y pensaba que yo lo censuraba. Quería explicarme que no quería seguir con Sui Generis. Yo había trabajado como un burro, moviendo piezas y consiguiendo herramientas para armar aquella historia. Habia costado mucho dinero, energía y astucia. Sabia que lo que me estaba diciendo era definitivo. Por eso se me ocurrió proponerle que no hiciéramos lo que hacen todos los grupos. Pergeñamos de inmediato un concierto de despedida en el Luna Park y un álbum doble en vivo que después completamos con el film que Babsy Torre Nilsson produjo conmigo y Casa América como socios. Quedo muy claro que Charly y Nito se subirían a la fiesta que yo les montaría (que por sus dimensiones, solo podía estar en mi cabeza), aunque ellos reclamen para sí la idea. No quiero polemizar, pero Charly mismo dijo alguna vez que se hizo “algo groso” y que “Jorge Alvarez tuvo mucho que ver con eso”. Me gusta esta definición que le escuche: “fue como terminar con un orgasmo , pero sin hacer el amor en el escenario con Nito”. Aquel 5 de septiembre de 1975 quedo grabado como un antes y un después.
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